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Entre puntada y puntada
V
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Acaso porque las lentejas sean comida de viejas, que si quieres las tomas y si no las dejas, la Gertru no las probó. Lo que obligó a la señora Casta a ponerse pesada. Pero ni por ésas, ni por la semejante insistencia de su hija hicieron que el estómago de la embarazada recibiera legumbre alguna. Sólo entró en aquella cavidad agua del Lozoya.
—Mi madre tié razón, ahora tiés que comer por dos.
—No me lo recuerdes más, Reme, por favor.
—Pero, mujer, si es por tu bien… —volvió a la carga la madre gallina.
No hubo forma. A la Gertru se le había cerrado el estómago y se le habían abierto las glándulas lacrimales. De la misma forma que al señor Jesús se le había cerrado la boca, pero sólo para hablar, claro, porque él se comió el plato sobrante, por la desgana de Gertru, amén del medio puñado de lentejas que la cocinera echara de más al soniquete de: "Y ésta pal gato". Y para el gato era siempre, porque su marido lo era de pura cepa(1).
—Pues tendrás que descansar. Échate un rato en la cama de la Reme, por lo menos no gastarás energías.
—No me apetece, señá Casta.
—Pues a ver qué hacemos contigo, guapa. Porque ésta se va al taller de doña Consuelo, y yo en cuanto recoja y friegue me voy al mismo sitio.
—Puedo recoger y fregar yo.
—Ni lo sueñes. Aquí solo friegan los que comen, excepto este hombretón, y porque tié que cumplir un horario.
—Pues yo me voy al taller. Que tengáis buena tarde las tres —por fin dijo algo el dueño de la casa sintiéndose aludido y como excusa para huir.
—Adiós, padre, hasta la noche —despidió la Reme a su padre—. Tengo una idea pa no dejarla sola en casa.
—Hay otras soluciones —apuntó doña Casta.
—¡Madre! —regañó la Reme.
—Acostarse —rectificó quien ya llevaba los platos a la pila mientras levantaba las cejas.
—Se viene conmigo y se acabó— finiquitó la Reme.
—¿Y qué va a hacer ésta en casa de doña Consuelo, si se pué saber? Eso contando con que la deje entrar.
—Si no la tié que pagar, no dirá nada. Y menos si echa una mano en la labor.
—Bueno,conociendo lo cotilla que es y lo que le gusta estar en el ajo(2) de las cosas, no creo que diga nada doña Consuelo. Aunque te va a poner la cabeza
como un bombo.
—¿Es que lo sabe? —preguntó Gertru.
—Lo sabe to Madrí, hija. ¿O no te vio la Julia salir de casa de tu señora con el hatillo?
—Sí.
—Pues entonces.
—Y, además…, se lo dije yo —reconoció la Reme, bajando la vista y la voz.
La mano joven y temblorosa que acarició la suya le sirvió de consuelo. El sentimiento de culpabilidad, a veces, duele más que la verdad.
———— o O o ————
Mientras tanto, el Anselmo no sabía donde ir, aunque el intento por no cruzarse con alguien conocido le hizo deambular por calles poco transitadas.
Por fin decidió tomar el tranvía del Norte. Cuatro Caminos era un buen destino, allí no encontraría a
mucha chusma conocida. Y luego podía seguir por Bravo Murillo o coger el tranvía de la
Compañía Madrileña de Urbanización para llegarse hasta Tetuán. Esperó el
tranvía como un viajero furtivo, emboscado en un portal de la calle Santa
Engracia, desde donde veía el ir y venir de carros, carruajes y vehículos a motor. Se quitó la chaqueta, hacía calor.
Llegó el 15 y aguantó hasta el último momento para, en una carrera corta,
alcanzar el vehículo. Se subió al tope trasero, acurrucado para no ser visto
por el cobrador y no recibir las consabidas andanadas de arena.
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Tengo que dar un escarmiento. A quien sea. Pero esto no se pué quedar así. Mi menda nova a ser el hazmerreír del barrio. Pero el pisaverdes ese sa largao con el rabo entre las patas, y cualquiera le pilla. Y la Gertru anda más defendida que el Palacio de Villamejor. Así que na… Na, de na. Y encima sin parné. Ni pa una tinta(2). Y pa más, sacabao el poco suministro de la Gertru”. En estos pensamientos andaba el de la hombría y el bolsillo heridos cuando llegó al final del trayecto. Saltó del tope y se quedó como un pasmarote junto al poste de la parada.
———— o O o ————
—Doña Consuelo, hoy le traigo una sorpresa.
—Anda, la Gertru. Pero tú no…
—Sí —cortó Reme—, es que hemos comido juntas y pa no dejarla sola en casa, me la he traído. A lo mejor hasta nos echa una manita, ¿no, Gertru?
—Buenas tardes tenga usté, doña Consuelo.
—Mira tú quéducadita. ¿Viés de aprendiza?
—Si usté la acogiera… Sa despedío de casa de doña Virtudes, ¿sabe?
—Y del señorito Luis, por lo que tengo oído.
—Y bien oído —confirmó Gertru.
—¡Ay, madre! ¡Cuándo aprenderemos! Pero pasad, pasad. No os quedéis ahí. Tú, Reme, a rematar lo de ayer. Y tú, ven conmigo. A ver qué encontramos pa ti.
—Gracias, doña Consuelo. No sabe usté…
—Déjate de formalidades que, de ahora en adelante, te van a servir de poco. Y sino, a las pruebas me remito. Anda ven.
Gertru empezó con un pañuelo de caballero. Si lo hacía bien, bordar la letra R de Remigio, tendría otros cinco por delante y una peseta de premio. Peseta que estaba lejos del duro que doña Consuelo iba a cobrar al tal Remigio, pero tanto el trabajo como el premio, fueron bienvenidos por la embarazada.
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Al rato llegó la señora Casta que, sin pedir permiso, encendió la radio.
—Se nos va a pasar la novela con tanta cháchara y vamos a perder el hilo.
—Pues la que pierda aquí un hilo lo paga, aunque perder el hilo de Las aventuras de la parisina esa es bien difícil.
—En casa de la señora Virtudes oíamos La muerte del señor Spay. Dan un premio de quinientas pesetas a quien atine con el asesino.
—Pues ponla, Reme. Ponla, a lo mejor entre las cuatro nos sacamos un buen jornal —. El dinero nos hace ser infieles y desleales, cada uno tiene su precio, y el de doña Consuelo no era muy caro, aunque quinientas pesetas eran quinientas pesetas.
Remedios buscó el dial oportuno, y antes de que empezara el serial de intriga, Gertru puso en antecedentes a sus compañeras y jefa. Les contó quienes eran Mister Spay, su vieja cocinera, el joven mozo que hacía las veces de criado… Y al comenzar la entrega de ese día, todas compartían la misma información y la misma ilusión por los cien duros(4).
———— o O o ————
El callejeo de Anselmo le permitió seguir con los devaneos propios de su carácter abstruso y malhechor. En ellos llegó a una conclusión, para él irrebatible: Por muy protegida que estuviera la Gertru, al fin y al cabo no lo era más que por otras mujeres, “y las mujeres, ya se sabe, sólo sirven pa lo que sirven. Ni votan siquiera”. Este último pensamiento llevó una sonrisa a su angelical cara. Había tomado una decisión: el objetivo de su desagravio sería Gertru.
———— o O o ————
Una cosa es el machismo y otra muy distinta la incultura. Bien es verdad que cuando se juntan las dos el resultado se agrava. El pensamiento de Anselmo es muy certero si le quitamos el deje de desprecio con el que se regocija por no tener que enfrentarse a machos como él (?). Las mujeres sólo sirven para lo que sirven; pero tomadas una a una, y no como una grey, seguramente cada mujer sea capaz de cualquier cosa, buena o mala, difícil o fácil, pero siempre tendrá una ventaja sobre el hombre, que no debe entenderse como “animal enemigo".
Y esa ventaja no es otra que la de poder llevar dentro de sí una vida. Y lo que nos une, a varones y hembras, es eso precisamente: poder engendrar una vida, amén de que si no, estaríamos solos; que no sé yo si no es lo mismo. No obstante, el machismo se hermana con la homofobia, e igual que el machismo y el odio hacia la homosexualidad, lícita elección individual por otra parte, es una opción personal, no una enfermedad, ni una tara, es, simplemente, una cuestión de incultura y desinformación. El respeto hay que enseñarlo y aprenderlo. Nos enseñan a acatar la norma, no a pensar. Todos tenemos el derecho a no estar solos y a amar a quien nos ama, sea hombre, mujer o perro que nos ladre, sin estar por ello obligados a engendrar otras vidas. Amén de que a la procreación se puede llegar de muchas maneras. Las cosas claras y el chocolate espeso, diga la Iglesia lo que diga(5).
[Continuará]
(1) Gato = Madrileño (para saber más pincha aquí).
(2) Ligia, lo prometido es deuda. Aunque creo que es repetición.
(3) Vaso de vino, según Valle Inclán (para saber más pincha aquí).
(4) Piénsese que una sirvienta, en aquella época, tenia un salario anual que variaba entre las 60 y las 300 pesetas anuales. Fuente: http://eprints.ucm.es.
(5) Cuando los trapenses del Monasterio de Piedra probaron las primeras muestras de cacao que les proporcionó fray Aguiar, el chocolate no gustó nada de nada. Era demasiado amargo. De modo que empezó a utilizarse sólo como producto medicinal y con escaso éxito. Pero una casualidad hizo que unas monjas del convento de Guajaca (México) añadieran al preparado azúcar; y la mezcla resultó un éxito formidable. Mientras la Iglesia discutía si la ingestión de semejante golosina rompía las reglas del ayuno o no, los forofos de la nueva bebida se dividían en dos grupos: los que creían que el chocolate debía tomarse muy espeso y los que defendían que estaba más rico con poco cacao, o sea, clarito. En España triunfó el primer movimiento gastronómico (chocolate a la española) y se afianzó con el aserto de que las que sí tienen que estar siempre claras son las cosas. En Francia venció el otro bando (chocolate a la francesa) y, naturalmente, allí no existe un dicho similar. Fuente eldia.es.
Muy interesante! Y ahora además con pie de letra incluso!
ResponderEliminarFeliz semana!
Gracias, Carmen. Se hace lo que se puede.
EliminarFerliz semana también para ti.
Su JC.
Pues el relato empieza a ser educativo, y no sólo por la reflexión final que nos hace el autor, sino porque nos introduce, incluso con esas maravillosas y oportunas fotos en la sociedad de la época.
ResponderEliminarMe gusta. Sigo leyéndote.
Besiños
Gracias, Oki. Tus comentarios me proponen seguir contento escribiendo el relato.
EliminarUn saludo,
su JC.
Bueno, J.C., la arenga final del capítulo de hoy me ha impactado... (Nos enseñan a acatar la norma, no a pensar...) Así es... Este capítulo es muy dinámico, hemos visto las situaciones de los distintos personajes, y a algunos se les deja ver su pensamiento (la sonrisa angelical de Anselmo, je, je).
ResponderEliminarLo del sinhilismo también me ha sorprendido. No conocía el alcance que tuvo la participación de los radioyentes en este tipo de novela radiada. Si tenemos en cuenta la época que fue (1926), seis mil envíos de soluciones para un premio de 500 pesetas creo que fue todo un éxito.
Me encanta el relato y valoro todo el trabajo que lleva detrás..., así que doblemente... Las fotos, también acertadas. Abrazos
Muchos halagos distingo en tu comentario, lisonjas que acepto humildemente y de color encarnado, más por el trabajo que por los resultados.
EliminarGracias, Ligia.
Un saludo,
su JC.
Mira que habré oído veces en mi casa lo de "esto son lentejas...!!" en este caso,un buen inicio para "el capitulo" de hoy que tiene mas miga de la que parece, ahora voy a pasarme un buen rato instruyéndome sobre las antiguas lineas de tranvía en Madrid y leyendo sobre la primera novela escrita para la radio (no sabia de su antigüedad!!). Te agradezco tu dedicación para lograr que disfrutemos con este ratito de lectura...Enhorabuena por ello y besitos.
ResponderEliminar¿Y quién no ha oído esa frase? Manida, pero siempre (?) acertada, ¿verdad? La siguiente generación a la nuestra no sé si seguirá con el refranero, pero sería una pena que se perdiera. Ellos sabrán...
ResponderEliminarY yo te agradezco tus comentarios. Despertar la curiosidad es importante para mí, es más, es un interés que siempre busco para con los demás y para mí.
Me alegro de todo lo que me dices. Gracias, Lola.
Su JC.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues además de entretenernos con este relato nos da que pensar en ciertos valores que en ocasiones no están tan presentes como debieran
ResponderEliminarMe ha encantado la portada de Lucecita, mi madre las tiene todas jjj
Besos
Dar que pensar. En este caso suena bien. Gracias, Encajera. Un saludo, su JC.
EliminarBuena reflexión, me gusta . Querida Mari CArmen, quiero decirte que te espera un premio en mi Blog, besos
ResponderEliminarGracias, Elena.
ResponderEliminarUn saludo, su JC.
Muchos puntos de vista a medida avanza la lectura. Para no ser repetitiva, en ésta ocasión sólo me voy a recrear en el formato de escritura. Me encantan las frases que parecen opuestas pero realmente no lo son: "se le había cerrado el estómago y se le habían abierto las glándulas lacrimales" Ésta forma de expresión me parece recordar tienen nombre propio aunque no recuerdo bien. Y desde luego me gusta porque le da una dinámica especial al texto rayando el humor. Estupendo J.C.
ResponderEliminarHasta el lunes, aunque me pilla de viaje. Feliz semana.
Lo más importante, el viaje, que interpreto de placer. Lo menos, ese "estupendo J.C." que me halaga y espero que llegue, seguro, a la ilusión de hacerlo bien y de seguir con el relato. Gracias, Nita. Felices vacaciones. Su JC.
ResponderEliminarAbrazos ticos.
ResponderEliminarGracias, Alexandra. Abrazos sinceros. Su, JC.
EliminarMadre mia que voy a leer tres capitulos de golpe, me han encantado tanto la descripción de los personajes como de los lugares donde se encuentran.
ResponderEliminarVoy a por el siguiente.
Saludos.
Chary :)
Gracias, Chary. Su JC.
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