Cuando nació mi primer sobrino, Alex, yo me presenté a él diciéndole que era la tía más guapa del mundo. Supongo que él no entendía la frase, pero cuando se hizo mayor y la entendió, comprendió que era la definición exacta de la "tía Mary Carmen".
A continuación, nació Elena, (hermana de Alex) me volví a presentar, y la niña asumió que eso era lo que había. Educada y disciplinada, si señor!!
Hasta aquí todo estupendo, pero nació Pablo, vuelta con la misma presentación, pero nos salió duro de oído y no lo entendió. Se lo repetí hasta la saciedad, pero nada, que no lo retenía.
Cuando nació Nacho, hermano de Pablo, le conté que la tía Mary Carmen era la tía más guapa del mundo, pero Pablo -que no lo había entendido- me replicaba y no le dejaba escuchar la frase, así que Nacho tampoco la aprendió.
Y llegamos al último: Mario, hermano de los dos anteriores. ¿Qué hacer? Él tenía derecho a saber quién era su tía, y yo se lo expliqué tan despacito como pude, a pesar del coro que hacían Pablo y Nacho. Oye, que lo ha entendido, que nos ha salido listo el niño. Y, como prueba documental, el dibujo que me ha hecho.
Ayer me trajo un regalito en su mochila (había que verle la carita cuando me lo dió, y es que está para comérsele). Supongo que los personajes del dibujo somos él y yo.
Y sigo coso que te coso...