Entre puntada y puntada
XV
Volvía don Mauro de la fábrica, pero no como fuera. Parte de aquella alegría se había trocado en dudas, aunque la ilusión empujara lo suyo. A pesar de haber cortejado ya a una mujer, Adela, este hombre cabal no se sentía cómodo en esas lides. Además, pensaba que la relación con su anterior mujer había sido de igual a igual. En cambio, esta otra que se decidía a emprender estaba salpicada de diferencias e interrogantes. Gertru le había ganado el corazón, pero la razón le decía que se iba a encontrar con muchas dificultades. La diferencia de estatus social era una de las trabas, otra el estado de buena esperanza de la chiquilla, porque él la seguía viendo así, como una chiquilla, lo que constituía el tercer escollo. Sin olvidar al pequeño Juan. ¿Cómo la acogería el pequeño? ¿Cómo lo recibiría Gertru? En esas cavilaciones andaba, cuando llegó al número cuatro de Españoleto. Hizo una pausa antes de entrar, se restregó el mentón con la mano, echó los hombros hacia arriba y dio unos pasos para sobrepasar el pequeño lumbral del portal. El corto espacio entre el umbral y la puerta de la portería lo recorrió sin pensar. Como los visillos estaban echados, produjo un par de taques en el cristal con nudillos y tiento. Un dedo retiró la cortinilla y, tras el cristal, asomó Reme. No tardó en abrir la hoja de arriba de la puerta.
—Buenos días, ¿no interrumpiré?
—Para nada, don Mauro. Íbamos a comer, pero mi madre ha subido a casa a por sal para la ensalada y a no sé qué más. ¿Quería usté algo?
—Sí…
—Pues usté dirá, aquí estamos para lo que quiera —. Gertru, que había oído todo, asomó por el hueco de la puerta.
—Buenos días, don Mauro. Me alegra que quiera usté algo de nosotras —saludó alegremente—. Ya era hora.
—Buenos días, Gertru. ¿La señora Casta ha hablado con usté? —preguntó don Mauro.
—Sí, claro. Casi siempre que nos vemos hablamos, como cuando le veo a usté o a la Reme —. Gertru dejó ver su inocencia con el comentario.
—Me refiero a que si le ha hablado de…
—¿De? —preguntó la chiquilla viendo por primera vez a don Mauro engatillado.
—De… —. En esos momentos la señora Casta apareció en escena.
—¿Ya vuelve usté de la fábrica?
—Sí, sí. A comer, como ustedes. Pensé que había hablado con ella —pareció echar en cara don Mauro.
—No, no ha habido ocasión. Y me pareció a mí mejor así. Aunque pensé que ya lo había hecho usté. Estas dos, desde que llegaron del mercao, san pasao arriba media mañana acicalándose. Por eso pensé…
—Pues no, tampoco ha habido ocasión. Pero creo que ahora es mal momento.
—Me da a mí que sí —confirmó la portera.
—Bueno, entonces que aproveche. Luego hablaremos. Gracias y perdón.
Don Mauro tardó en subir al primero. Y lo hizo con una sensación de haberlo pasado mal, de mal gusto. Ensimismado llamó a la puerta de su casa. Servanda, al oír la campanilla, se extrañó. “¿Quién será a estas horas?”.
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—¿Esperaba usted a otro, Servanda? —retomó su humor habitual don Mauro, al sentirse en sus dominios.
—No… No, claro. Pero ma extrañao que no abriera usté mismo.
—Es que me he dejado las llaves en el despacho —mintió.
—Pues venga a comer, que ya está todo listo. Juanín está conmigo en la cocina. Él ya ha comío. Le tengo despierto pa que usté le vea.
—¿Y por qué no comemos usted y yo juntos en la cocina?
—Porque estaría mal.
—¿Y quién nos iba a ver?
—Este tunante que se va ahora mismo a la siesta.
———— o O o ————
—Uy, qué elegantes venís esta tarde, y qué guapetonas. Ni que fuerais a la verbena.
—Sí, sí, a la verbena. Qué más quisiera una. Al médico es donde vamos a las seis menos cuarto.
A doña Consuelo no le gustó nada que esa tarde de sábado, las dos modistillas se fueran tan temprano. Y menos la hubiera gustado de saber la verdad. Pero, ante la mentira que habían urdido las dos jovencitas, no pudo hacer otra cosa. Así que cuando llegó la hora no pudo más que protestar.
—Pues no sabía yo que los sábados por la tarde pasaran consulta en el hospital.
—Es que, don Luis la ve en su casa y no podía otro día ni a otra hora. A la Gertru la tratao en ratos perdidos, por venir de don Mauro y no cobrar nada, ya se lo contamos, doña Consuelo. Mi madre no ha podido decirle que no —Reme pensó que cuanto más grande, la mentira era más creíble.
—Bueno, pues sea. Pero el lunes tendréis que alargar la jornada.
—No pasa na. Y nos contará usté qué pasa con lo del señor Spay, no se olvide de oírlo.
—A ver, sola, qué más voy a hacer que escuchar la radio. Pero venga, andad, y a ver si ya te dan el alta, hija.
—Gracias, doña Consuelo. Sa portao usté también mu bien conmigo. Hasta el lunes.
—Id con Dios, hijas. Id con Dios…
Así se deshicieron de la obligación las dos mentirosillas, que salieron del portal de doña Consuelo riendo y con la cara encarnada. Ya en la calle Zurbarán, Gertru dejó la risa a un lado y avisó a su amiga:
—Calla, chica, que nos va a oír —. Poco caso le hizo la amiga que andaba con la cabeza en otra cosa.
—¿Estoy bien, Gertru? —preguntó la Reme con las manos en el talle.
—No se ta movío ni un pelo. ¿Y yo?
—Hija, tú estás que aparentas. No sé yo cómo ma invitao a mí el Venancio.
—Mu fácil, porque sa prendao de ti.
La sincera contestación de su amiga, paró la comparación mental que con ella se hacía la Reme, y le devolvió la alegría a la cara.
—Eh, acorta el paso que va a creer el frutero que bebes los vientos(1) por él.
—Sí, más vale hacerle esperar un poco, ¿no? Son los nervios. Es mi primera cita. Estoy algo nerviosa. Siempre he ido a tos laos con mi madre…
—Eso. ¿Y qué vamos a decir a tu madre cuando volvamos?
—Ella me dijo una vez que cuando no supiera qué decir, dijera la verdá.
—Pero se va a enterar y nos va a reñir.
—Va a hacer las dos cosas de todas formas. Así que…
—Tiés razón. Yo sigo diciendo que paece bruja.
Y ya en silencio subieron la calle Zurbarán para coger la de Santa Engracia, por la sombra, porque por el sol hacía calor. Al llegar a la esquina el reloj de las Salesas marcó las seis de la tarde y sus campanas lo anunciaron a los cuatro vientos.
—Vamos, aprieta, que llegamos muy tarde.
—¿No querrás coger el granvía? Además, que sespere el Venancio un poco, así conoceremos sumor y su interés.
—Pues a mí me gusta ser puntual —protestó la Gertru.
—Claro, estás acostumbrá porque siempre has tenío patrona.
—Oye, ¿y qués un granvía?
—¿Estás tonta, Gertru? ¿Qué va ser? Pues un granvía con trole y eso.
———— o O o ————
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—Hay que ver qué guapo va el señor. Paece usté un marqués.
—Deje, Servanda, deje.
—Es questoy mu contenta de verle salir a distraerse un poco.
—Cosa que usted tampoco hace.
—¿A dónde voy a ir que más valga, don Mauro? A mí ya se ma pasao el arroz pa todo. Pero usté está en edad de disfrutar de la vida. Yo ya tengo novio y paseo con él por el parque. En cuanto se levante de la su siesta…
—No sé que sería de nosotros sin usted, Servanda.
—El crio estaría más consentío, seguro. Y usté y yo más solos. Pero ande, ande. ¿Qué sombrero le traigo?
—El gris, Servanda. Y gracias.
Con el sombrero en la mano, aquel hombre salió de su casa, no muy convencido, pero decidido a retomar una vida que la muerte de su mujer había dejado en suspenso. En ella pensaba por las escaleras cuando volvió a encontrarse con su vecina de puerta, doña Elvira.
—Buenas tardes, señora.
—Con usted quería yo hablar.
—Pues a su disposición.
—Sí, a la mía y a la de cualquiera.
—No le entiendo, perdóneme.
—¿No me entiende? Valiente… En fin, que parece mentira.
—Sigo in albis, doña Elvira, ¿qué le parece mentira?
—Que un hombre de honor, hecho y derecho, cabal, se enrede con una cualquiera.
—Yo, como dice usted, no me he enredado con nadie.
—Ah, ¿no? ¿Y esa del cuarto, qué?
—Esa del cuarto se llama Gretrudis, Remedios o Casta, y de cualquiera tienen poco. Esas mujeres, por el contrario, podrían dar clases de educación a cualquier cualquiera, si me lo permite usted.
—Habrase visto, esa mocosa lianta. Primero el señorito Luis, Dios le tenga en su gloria —doña Elvira se hizo la señal de la Cruz—, y ahora usted. Por lo menos, el desaparecido joven tuvo la decencia de marcharse de Madrid… Para su desgracia. A saber quien es el verdadero padre de esa criatura que lleva en su seno esa Gertru. ¿O no se lo ha dicho esa lagarta?
—Deje usted los adjetivos para quien los sepa usar, mi querida señora. Y no halague al muerto por el simple hecho de estarlo. Hay gente que muere y acaso se lo merezca, como creo que es el caso. Y como verá, estoy mejor informado que los que ponen oído a bulos y falsos testimonios, porque lo sé de primera mano.
—Claro, qué le va a decir ésa.
—Si ésa es doña Virtudes, cosa que dudo, sería un error no tenerla en cuenta. Al fin y al cabo ella está ahora en la misma situación que usted, pero no culpa a nadie de su pérdida, salvo al propio hijo. Esa señora sabe reconocer la verdad, incluso desde el dolor.
—Va a saber usted.
—En el libro de pésames del señorito Luis no vi su firma ni la de su valiente marido. Y según me dijo la portera, yo fui el último en firmar porque le habían encargado ya que recogiera la mesita puesta para tal fin.
—Bueno, bueno —recogió velas doña Elvira—. Luego no diga que no se lo avisé.
—Agradecido quedo de su buena voluntad, señora. Espero que quede usted igual por la información que le traslado. Y no haga usted como las comadres del refrán(2).
Al recibir como respuesta la espalda de la vecina, don Mauro se dio por satisfecho, ya que aplicó aquello de que tras el silencio, consentimiento.
1924. Coches de punto en Madrid a la espera de clientes. De historias-matritense blogspot.com.es |
—Buenas tardes, señoritas. Cuánto de bueno por la calle.
—Buenas tardes, don Mauro —contestaron al unísono las dos jóvenes.
—¿De vuelta del taller?
—No —contestó Gertru toda inocente y alegre—. Nos vamos a la verbena.
—Mira qué bien. A divertirse. Aunque tengan cuidado, dos mujeres guapas solas… —quiso ser galante don Mauro.
—No vamos solas. Nos espera el Venancio y ya llegamos tarde—. Esta vez fue Reme quien mostrara su inocencia.
—Me alegro —mintió don Mauro—. Eso está mejor. Pero corran, corran, no hagan esperar a la compañía.
—Vamos, Reme. Adiós, don Mauro.
—Adiós, chiquillas, que lo paséis bien—. En eso sí fue sincero el que quedó cabizbajo.
Don Mauro siguió su camino, opuesto al de las jóvenes, y con un Venancio que daba vueltas en su cabeza.
———— o O o ————
En el tercero derecha del número cuatro de la calle Españoleto, justo debajo de la señora Casta, vivían dos hermanas en un piso cuya planta era casi el doble que la de arriba, ya que el cuarto piso estaba dividido en tres viviendas, mientras que el resto lo estaba en dos. Hijas de un teniente coronel ya fallecido. De edad avanzada, la señorita Pepita, la mayor, y la señorita Paulita, la menor, fueron en su día monjas de clausura, pero la soberbia de la primera arrastró la compañía de la segunda, más humilde, fuera del convento. En él quedó una tercera, la mediana, y la más dotada para la vida religiosa, allá por Villanueva del Arzobispo, Jaén. Una vez fuera de la clausura, la señorita Paulita entró en la docencia y ejerció de maestra en el Colegio de las Damas Negras de Chamberí(4) hasta su jubilación, en tanto que su hermana se dedicó a las labores de la casa.
Quiso la señora Casta que la Gertru comunicara su estado a su familia. Y como ninguna de las tres sabía escribir, hubieron de recurrir a estas vecinas para redactar la misiva.
—Son las más adecuadas, hija, porque no creo que quieras hacerle el encargo a don Mauro.
—No, no —contestó rauda y veloz la Gretru.
—Al menos, consúltalas. Jamás en la vida he oído de su boca un cotilleo ni na por el estilo. Son gente de fiar, y la señorita Paulita es un cielo de anciana. Y hasta sabe francés.
—Pero, no sé yo si quiero, doña Casta.
—Habla con ellas, pídeselo y así cuando creas oportuno pues ya lo tiés resuelto.
—No sé, no sé…
Como Gertru se mostrara reticente, Reme consiguió convencerla para que, al menos, hablara con ellas y así ocurrió. La señorita Paulita con su dulzura y paciencia encaminó a la joven embarazada hacia la posibilidad de que fuera ella misma la que escribiera cuando se decidiera a hacerlo. La joven consintió y la maestra empezó a enseñar a las nuevas alumnas la base de las letras y la caligrafía, así como los principios de la lectura. Por lo que todas las mañanas, antes de las obligaciones de la portería, usaban una hora para tal fin.
De este aprendizaje nacería una relación que uniría a las dos familias durante mucho tiempo como se verá más adelante.
[Continuará]
N.A.
Tanto la señorita Pepita como la señorita Paulita existieron y su descripción es real. Fueron vecinas de quien les habla y sirvan estas líneas como homenaje a esta pareja de grandes mujeres que me quisieron y quise. Nunca olvidaré la dulzura de la menor. A la mayor debo los cien primeros libros que tuve y leí. De la tercera hermana sólo supe que existió.
1) Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes (1627) le asigna origen latino: “In desiderio animae meae attraxit ventum amoris sui”, algo así como “Contra mi propio deseo me trajo el viento de sus amores” (mi conocimiento del latín fue mucho, pero hoy está oxidado por completo, si alguien puede corregir esta mala traducción que lo haga, por favor). Ya en un texto en español, Francisco Gregorio, en sus Poesías serias y jocosas (1775) escribe: “Con diferentes intentos / que a beber viene imagino / por él en sus pensamientos / por el vaso bebe vino / pero por ella los vientos”.
2) Aquí don Mauro se refiere al refrán: Mal me quieren mis comadres porque digo las verdades”. Refrán antiguo que ya cita Covarrubias en 1611. Y lo amplía con otro: “[…]; bien me quieren mis vecinas porque las digo las mentiras”. El Diccionario de Autoridades (1726) también y cita su origen del latín. Si bien, el primero fue el Marqués de Santillana en sus Refranes que dicen las viejas tras el fuego (1508). Ya está en desuso, por desgracia.
3) Según el DRAE coche de punto es aquel “matriculado y numerado con destino al servicio público por alquiler y que tiene un punto fijo de parada en plaza o calle”. Y ahora un par de curiosidades: “Un error publicado en la revista La Ilustración Española y Americana en su número de 4 de febrero de 1876, atribuye a un tal Simón González la invención de los simones, los primeros coches de alquiler que circularon en el mundo. Basándose en este dato, son muchos los historiadores que, dando por buena la fuente, incurren en esta inexactitud. Fue Simón Tomé Santos nacido en Corcubión a principios del siglo XVIII [quien lo inventara]. Siendo aún mozo, sin formación académica conocida, se marchó a Madrid en busca mejor fortuna. Allí se dedicó a los más diversos oficios, pero su espíritu emprendedor le llevó a intuir que para sustituir a los carros, carísimas carrozas, pesadas galeras, o literas de mano que circulaban por la ciudad desde tiempos de Felipe II, convenía dotar a Madrid de modernos coches de alquiler que facilitaran el transporte de las personas. Para ello inventó un tipo de coche con tiro de caballos o mulas, muy cómodo y ágil. Por casualidades de la vida, este coche prestó (según Ángel Fernández de los Ríos) «grandes servicios a Fernando VI en las jornadas de los Reales Sitios», y por este motivo [Simón Tomé] consiguió poco después, del todopoderoso marqués de la Ensenada, una licencia para coches de alquiler con puntos fijos de parada, horarios en función de la época del año y uniforme para los cocheros. Simón Tomé se puso manos a la obra y enseguida fundó una fábrica con sus correspondientes cocheras, que ubicó en el actual barrio del Pilar de Madrid. Al ponerlos en circulación, dotó a la Villa y Corte de los primeros vehículos de punto. El nuevo coche se popularizó tanto entre la población madrileña que cualquier nuevo carruaje de alquiler se le llamó simón. Y así siguió llamándosele a los primeros automóviles de alquiler hasta el primer tercio del siglo XX en el que, con la implantación de los taxímetros, se pasó a llamarles taxi”. Fuente: La Voz de Galicia, Alejandro Lamas Costa, 20/05/2009.
4) Actualmente Colegio Blanca de Castilla perteneciente a la Fundación Educación y Evangelio. Las monjas francesas del Niño Jesús, las damas negras, construyeron este colegio entre 1905 y 1906 bajo el madrinazgo de la Reina Madre María Cristina. Y es curioso que el nombre de este barrio, Chamberí, venga también de Francia, en particular de la ciudad de Chambery, capital de Borgoña.
Hoy soy la primera.
ResponderEliminarNo me sabía yo la historia de Paulita y Pepita, suena muy tierna.
Seguro que no soy la única, pero tengo unas ganas de la declaración de amor pertinente...
Tu Cq.
Paciencia, que todo llega, jeje. Sí, me regalaron la colección Libra que costo 100 pesetas, jeje, ya ha llovido.
EliminarGracias por tus comentarios e interés,
tu Cq
Un nuevo capítulo muy interesante, no sólo en lo referido a la historia en sí, sino también a las referencias explicativas. Lo del coche de punto-simones-taxis supongo que será el antecedente de lo que hoy día es alquiler de coches sin conductor.
ResponderEliminarYa me caen bien las señoritas Pepita y Paulita con los párrafos que has escrito sobre ellas, deben ser un amor. Y no sé por qué, me da que don Mauro no se va a decidir con respecto a la Gertru, y si se decide, ésta no le va a hacer ni caso... Me temo que no hay pasión ni futuro en esta relación... pero bueno, esperaremos. Supongo que en el próximo capítulo disfrutaremos de una verbena de las de entonces... No tuve la suerte de ir a muchas, más bien a pocas, porque mi padre era un señor padre con el que tuvimos que batallar hasta para ponernos pantalones o quitarnos el velo de la misa, pero se pasaba bien. Bueno, a la espera del siguiente. Abrazos
Gracias, Ligia. JeruVT parece que no comparte contigo el final de esa relación que citas y ella también. Me agrada esa diversidad de ideas. Pero te voy a descubrir un secreto que, a lo mejor, no es tanto y es un secreto a voces. Jeru es mi hija, espero que no la importe que lo desvele, y me conoce muy bien, igual, creo, que yo a ella. No te digo más, al poco entendedor... Los señoritas estuvieron a punto de embarcarme en la senda del Señor. En aquel entonces, hace más de 50 años, yo quería ser misionero, y mírame ahora, jeje. Guardo un cariñoso recuerdo de ellas, a pesar de su proselitismo. Tampoco recuerdo yo verbena alguna, pues mi padre, que solo tuvo hijos varones, tampoco era de mucho salir, y aun nacido en Madrid, pertenecía a la cofradía del puño cerrado, como buen hijo de buen catalán. El organillo sí le oí y tuve pocos tratos con el barquillero, si bien vi muchas veces cómo mis amigos ricos, le daban a la ruleta. Se pone uno a recordar y no para, algo querrá decir, supongo. En fin, Ligía, felir semana y te reitero mi agradecimiento. Buena semana. Su JC.
EliminarComo sabía que Jeru es hija de la dueña del blog, me imaginaba que también sería tuya, ja, ja... Lo de querer ser misionero cuando niño indica que tienes "buen fondo", por mucho que hayas cambiado, je, je. Te dejo el enlace a un relato, escrito hace ocho años sobre "mi primer baile", para que te rías un rato...http://livaex.blogspot.com.es/2007/03/el-primer-baile.html
EliminarMenos mal que Mary Carmen puso lo de umbral y lumbral, porque yo tampoco lo conocía...
Gracias a ti, J.C.
Hoy no me puedo resistir a comentar.
ResponderEliminarYo leo los relatos con anterioridad a ser publicados, y, curiosamente no dejan de sorprenderme.
En éste he aprendido la diferencia entre lumbral y umbral.
Tampoco conocía "los taques en la puerta".
Yo tuve la suerte de conocer a la Srta Pepita y me consta que adoraba a Jc y a su familia.
A mi también me transmitió su cariño.
Jc, ya sabes que me encantan tus relatos y que estoy más que enganchada.
Besitos.
María
Simplemente gracias. Tu JC.
EliminarUn relato muy bonito. Mi pensamiento, al leerlo, me llevó a las obras de teatro que veíamos de jovenes, los viernes en la 1. La única tele que había.
ResponderEliminarHola Varinia, supongo que te refieres a Estudio 1. Gracias a ese programa descubrí el teatro y me aficioné a él, más de joven, curiosamente. Luis Varela, las hermanas Gutiérrez Cava, Mª Luisa Merlo, el padre de los Guillén, Paco Valladares y un largo etc. de caras y voces inolvidables. Gracias por tu comentario y por traerme recuerdos gratos. Un saludo. Su JC.
ResponderEliminarBueno esta semana si estoy por aqui, está la mar de interesante!!
ResponderEliminary hablando de Verbenas, la que sale en la película "tiempo de silencio" y que protagoniza Imanol Arias la grabaron como no! en Tetuan debajo de mi ventana y durante un mes nos dormiamos con el soniquete: Atención atención ACCION FIGURACION, y allí se ponía el churrero a freir churros , el del organillo jaja fue divertido la primera semana luego .... y cuando ves la película dura poquísimo la escena de la verbena. no me extraña que sea tan caro hacer penlículas.
Bueno que enrollo!! Me encanta este relato a ver el don Mauro
Me es curioso ver cómo don Mauro "interesa". Me toca a mí lo de ACCIÓN FIGURACIÓN y no vuelvo al cine, con lo "sensible" que soy para las ruidos, jeje. Me encanta tu orgullo de barrio, Beatriz. Un saludo y muchas gracias, su JC.
ResponderEliminarPrecioso relato, encantador, quedo a la espera de lo que continúa... cariños
ResponderEliminarMe alegra saludarte, Abril. Gracias por tus ánimos. Un saludo, Su JC.
EliminarLa verdad es que yo tampoco le veo mucho futuro al romance de don Mauro y la Geltru.... coincido asi con Ligia (seguro que nos equivocamos, jaja). Les tengo mucho cariño a los dos pero quizás fuera mejor encontrar a alguien a la uno por su lado.
ResponderEliminarPero claro, el autor eres tú y seguro que nos sorprendes con alguna cosa....
De todas formas lo que más me entusiasma es el Madrid que nos retratas...
Quedo a la espera de la siguiente entrega...
Besiños
En esto podemos jugar y equivocarnos, nuestro honor ni siquiera va a sufrir, jeje. Y me incluyo. Lo más que puede pasar, por mi parte, es que os aburra, pero que nos quiten lo bailado, jeje. Gracias, Oki. Su JC.
EliminarMuy bonito... esperando la próxima...
ResponderEliminarGracias Arya, Un saludo, su JC.
ResponderEliminarPues yo no es que tenga espíritu de contradicción pero sí que veo futuro a la relación Don Mauro - Gertru y tengo dos razones, desde mi punto de vista. Una, que a lo largo de la historia siempre se han roto las "leyes" (entre comilllas) de clases sociales. Reyes que se han casado con plebeyos, marqueses, condes, vizcondes... Embajador, empresario, juez... hoy en día se han suavizado. Segunda, las historias, narraciones, peliculas, novelas etc... la gran mayoría, tienen como eje un románce, sea del tema que sea, incluso el bélico (algunos claro). Otra cosa es, que el final sea feliz, trágico o insulso, (así acabaría en "tablas" ) je,je.
ResponderEliminarY llegados al gusto personal creo que el guión que nos ocupa puede contener todo un rosario de situaciones adversas, trágicas, angustiosas etc. pero imprescindible darle un buen final. Lo contrario se quedaría en un relato con tinte costumbrista que supongo decepcionaría.
Digo, como opinión personal, que el autor es el que teje la tela de araña.
Por último comentar que veo providencial la entrada en escena de las dos señoras en la vida de las jóvenes. Con los primeros apuntes que has dado, antes de saber que fueron queridas y reales, ya irradiaban bondad, imaginaba que iban a ser autoras de dar un giro de ciento ochenta grados a nuestras mozas. No sólo en el aprendizaje de escritura y lectura sino, que a la vez, en otras cuestiones de la vida que las enriquecerán y que subirá muchos puntos a los ojos de Don Mauro, haciendo disipar todas esas dudas que le asaltan.
Jolín me he tomado la revancha de cuando no he podido comentar. Bueno, se trata de intercambiar ideas ¿No? También aprendemos unos de otros.
Sólo me queda dar la bienvenida a Jeru y alentarla a que pinche a JC, en privado, a que le cuente esas historias que quedan en el tintero. Parece una tontería, pero una no piensa en su padre como niño o jóvencito. Y esas historias suelen atraer sentimientos.
¡Por hoy vale!. JC enhorbuena. Nos vemos.
Jope, Nita. ¡Esto es toda una señora crítica literaria! Lo voy a tener crudo para estar a la altura.
EliminarEstoy de acuerdo contigo. Al final, son las pasiones humanas las que llenan las páginas de los libros y la más hermosa, desde luego, es el Amor. Eso de "chico conoce a chica" ha funcionado siempre con cualquier trama paralela.
También es verdad que el autor teje la trama, pero te aseguro que, a veces, los personajes hacen lo que quieren o deben. Mes está pasando ahora mismo con la entrega que escribo. Yo no quería ir por el camino que los acontecimientos me han obligado. Te lo prometo. Va en contra de lo que yo tenía en la mente, pero es que la historia lo pide y he tenido que tragar, no me ha quedado otro remedio que escribir lo que no quería, incluso me da pena lo que ocurre en la entrega que tengo entre manos.
Yo tenía pensado un final, pero me parece que no va a ser el que yo elija. Me aplico eso de que "no le cuentes tus planes a Dios, que se va a reír".
Las señoritas del tercero aparecen como un pequeño homenaje y, fíjate, según tú, adquieren gran importancia en la historia. A eso me refiero en los párrafos anteriores.
Ante los comentarios que hacéis, no sé qué pasaría si nos juntáramos todos a coser y habláramos en persona de Entre puntada y puntada. Sería algo maravilloso, porque tienes razón, en el fondo no es otra cosa que comunicarnos, compartir ideas, emociones, preguntas y respuestas, aprender.
Siempre me planteé que quería que mis hijos fueran felices, y curiosamente la tortilla se ha vuelto porque ahora son ellos los que me hacen feliz a mí. A veces, esto de vivir, no hay quien lo entienda. Muchas gracias, Nita, eres un encanto. Su JC.
Ultimamente no cumplo con los tiempos, pero TE SIGO. Con tu permiso quisiera puntualizar dos cosas: Como ya dije en un principio soy aficionada, no se escribir en forma literaria. El escribir cara al público tiene más mérito del que parece, sobre todo con tu peculiaridad. Yo gané un concurso de cuentos en TV a los 12 años y nunca ya he escrito para fuera de mi mesa. Contradictorio ¿No? Tiempo más tarde, cada vez que leía el cuento me parecía más horrible que la anterior. Yo se que has escrito algún libro ¡Qué! . No tienes que ponerte a la altura de nadie. Tu eres tú con tus opiniones y con tu forma de escribir y a quien no le guste, que de el carpatazo y en paz, a otros sí gustarás. ES IMPOSIBLE GUSTAR A TODO EL MUNDO porque cada uno mira desde un prisma diferente.
EliminarEse es el segundo punto. Si tienes una idea (argumento) fija, siguela a pesar de las opiniones de los demás porque el punto de vista es distinto para cada cual. Aprovecha las opiniones para ampliar, suprimir, explicar, redondear.... tu historia pero se fiel a ella porque si no, te vas a volver tarumba, "te vamos a volver tarumba". Ahora, si tu objetivo es ir confeccionándola a partir de la opinión mayoritaria (que según tu no lo es) no hay nada que objetar.
Y ahora digo yo ¿Qué hago YO dando consejos a un hombre como TU?. Nada, si no lo borro todo es porque me gusta compartir ésta clase de comentarios. Estoy siguiendo el relato con agrado así que no te sientas "criticado" en ningún concepto. Por el contrario, mis respetos.
Bueno y la última parte de tu comentario, enhorabuena. No todos los padres pueden decir lo mismo. Una familia unida y feliz es muy raro en éstos tiempos, hay que mantenerla así, que la vida son dos días.
Hasta muy prontito JC.
Entiendo perfectamente que escribas para dentro de la mesa. Yo lo he hecho durante muchos años (y lo sigo haciendo). Luego publiqué un blog que a mí me gustaba mucho, y que me divertía, pero sólo a mí y a MC.
EliminarDe acuerdo contigo, no se puede gustar a todo el mundo, sino el mundo sería muy chiquito, ¿verdad?
Vuestras opiniones son joyas que van adornando el relato, unas conscientes, otras no. Por eso siento que esta historia nos pertenece a todos. De lo cual me siento orgulloso.
Para mí ya ha pasado el tiempo en el que un consejo es desoído, es un pecado de juventud, y no está mal pecar a esa edad. Lo que es tonto es hacerlo con la mía.
Yo nunca borro, corrijo sobre lo dibujado, construyo sobre el primer trazo y, a veces, el dibujo merece la pena.
Muy unidos muy unidos no estamos los cuatro, pero esa desunión en el espacio y el tiempo es lo que nos hace fuertes porque nos respetamos y admiramos a los otros. No hay secreto, amor, quererse entender y mucha suerte. Gracias, Nita, de todo corazón.
Que tarde vengo esta semana, pero así tendré que esperar menos para el lunes...
ResponderEliminarY el relato me parece encantador y con nuevos personajes que nos recuerdan que hay personas de todo tipo y algunas dejan huella en nuestras vidas para siempre.
Saludos y buen fin de semana.
Chary :)
Gracias, Chary, a mi me está ocurriendo lo mismo, aparecen nuevas, personas en este caso, que jamás olvidaré, por sus ánimos. Y si las huellas que dejan son así de agradables, las recordaré con una sonrisa en el alma. Saludos, su JC.
EliminarBonita la aparición en escena de Pepita y Paulita, me parecen más encantadoras si cabe al saber que existieron de verdad. Hace que olvide un poco el carácter de la Elvira que mejor se metiera en sus asuntos... , que bueno estuvo D. Mauro con sus respuestas, espero que opiniones como esa no le hagan retroceder en su decisión de cortejar a la Gertru :-)
ResponderEliminarGracias de nuevo por compartir tu valioso trabajo con nosotras!
Besitos
Este relato, sin todas las que estáis detrás, (aunque no sepamos quienes), no sería nada. Un relato no leído es un relato nonato. Gracias Amanda. Un beso, JC.
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